El
mundo latino y su música, en siglo XXI ha conseguido hacer bailar a medio mundo,
desplazando a esas estrellas divinas y rubias que dominaron en los 80 y gran
parte de los 90, y a los aburridos y repetitivos loops de la música electrónica
blanca, dando la puntilla ese rock pesado y heteroaburrido que llevaba desde
los 70 en franca decadencia. Sin embargo a la vez que pasa todo esto, esta
creciendo una sorprendente escena pop que bebe de todo el sentimentalismo y
emotividad del pop anglosajón, readaptado a la idiosincrasia de lugares como
Chile, Perú, Argentina o Uruguay. Allí se vive una efervescencia que anhela la
belleza pop melódica para cambiar el mundo, y que es extremadamente combativo,
no por su contenido, si no por su forma de actuar y de organizarse.
Chile
se convertirá en el epicentro de este renacimiento. No Manchester, ni Nueva
York, ni Londres, donde el pop está perdiendo de una manera casi definitiva su
carácter de música popular, y suena apático, aséptico, moribundo, hasta arriba
de mdma, patrimonio de una cultura gentrificada y decadente, y donde casi todos
los nuevos grupos suenan a pastiches de los 80 y de los 90 orientados atocar en festivales.
La
juventud pop en Chile y de otros lugares de sudamérica está creando sus propias
redes y un circuito underground sostenible y cooperativo, que intenta
solidificar una base real y colectiva que trasciende los fogonazos espontáneos
que se crean y destruyen cada generación. Lo que se está consiguiendo es que la
música pop en Latinoamérica consolide un relato propio y consistente, más allá
de los medios de comunicación y de los macrofestivales. Las Tocatas
están convirtiendo en un símbolo de autogestión musical, se utilizan
espacios de todo tipo para hacer conciertos fuera de los circuitos comerciales,
y los grupos vibran en fiestas donde el público confraterniza, con pasión e
intensidad inigualables, con la rabia de una juventud que necesita expresar,
crear lazos afectivos, estéticos y políticos devolviendo las melodías donde
siempre debieron estar. En el grito común la gente que las hace suyas y las
dota de significado.
Toda
esta efervescencia es inseparable de un caudal de inspiración y talento
infinito. Es alucinante comprobar desde España, que aún mira con nostalgia la
movida, que la gran mayoría de grupos de esta escena hacen apabullantes
canciones pop, una detrás de otra, tantas que algún día recordaremos esta
generación como una época dorada. Grupos como Julen y la Gente Sola, Paracaidistas,
Monoazul, Medio Hermano, las Olas, Patio Solar, Dolorio y los Tunantes… y lo
mejor de todo, la mayoría sólo acaban de empezar.
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