La fragmentación de la música pop después de quiebra de la industria musical

La música pop en el siglo XXI está más viva que nunca mas allá de las corporaciones. Ese monstruo mediático que dominó el mundo vendiendo discos desde que los Beatles decidieron dejar de tocar ha dado hijos y nietos que han seguido generando canciones y estilos diversos, generando una cultura  propia alejada de la corriente general, después de que el formato disco dejara de ser un objeto de consumo masivo para convertirse en un objeto accesorio para coleccionistas. Lo que nos podríamos plantear es ¿Por qué esta proliferación de artistas que siguen esta herencia de artesanía musical cuando las corporaciones practicamente han abandonado el concepto de canción asociada al de autor que muestra un universo de vivencias propio y singular, y a lo que se dedican es a vender espectáculos masificados orientados a un público que busca un producto terminado y previsible? Tal vez el pop de autor vive de un mito fundacional que entre los años 60 y 90 del pasado siglo creó una serie de hitos, personalidades y estrellas, que antes pertenecían al ámbito de lo cuasi divino, lo cual indujo a no pocos intentos de emular a esas estrellas desde posiciones cada vez más externas a la industria del espectáculo, con ejemplos paradigmáticos como la cultura diy (punk, indie). Si una parte de la juventud a partir de los años 60 ha podido tener sus 15 minutos de fama, en el siglo XXI practicamente toda la juventud ha podido acceder aunque sea en algún momento a brillar como una estrella y a jugar a ser Lennon y McCartney aunque sea 15 minutos de su vida. ¿El smartphone se podría decir que es un dispositivo warholiano que ha hecho posible que todxs seamos creadorxs y espectadorxs a la vez? 

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